Desde la pandemia de Covid19, lamentablemente, casi ningún turista extranjero ha visitado Kobe. Antes de esta crisis, mi restaurante estaba lleno de huéspedes extranjeros todos los días. Tenían conversaciones estupendas con grandes sonrisas mientras disfrutaban de nuestros platos. Fue un buen recuerdo. Extraño los días en que redibíamos y atendíamos a nuestros más queridos clientes de todo el mundo. Realmente espero que esta situación mundial del coronavirus se calme lo antes posible.
Ahora, todo lo que tengo que hacer es desafiarme a probar cosas que no podía cuando estaba ocupado con mi trabajo, ya que ahora tengo mucho más tiempo libre en comparación con antes de la pandemia. Uno de esos desifíos es estudiar español, del que hablé en mi otro artículo. Llegué a mi café favorito, tan a menudo como puedo, en el área de Motomachi, Kobe, y me centré en mi aprendizaje del español. Ya se ha convertido en mi rutina habitual y es muy importante para mí.
El otro día, estudiaba español en el café como siempre. Y me encontré con un extranjero sentado en una mesa a 2 metros de distancia de mí (su mesa estaba al lado de la mía pero lejos debido a distanciamiento social…). Parecía agredable y genial. Trabajaba con mucha diligencia en su computadora portátil. Tenía curiosidad sobre lo que estaba haciendo, así que traté de saludarlo. Me notó y me saludó con una sonrisa. Hablamos un poco para no interrumpir su trabajo. Dijo que venía de Estonia. Parecía estar trabajando en un proyecto relacionado con el diseño. Cuando salí del café, todavía se concentraba en sus cosas en la mesa.
Un par de días después, fui al mismo café y estaba buscando alrededor para una mesa vacía. ¡Qué casualidad! Vi al hombre que conocí la última vez sentado exactamente en la misma mesa. Mientras caminaba hacia su mesa, se notó y me sonrió. ¡Y esta vez, fue él quien empezó a hablarme primero! Tuvimos una conversación fantástica y compartimos muchos temas juntos. ¡Uno de los temas me sorprendió de nuevo! Actualmente vive en la zona de Wadamisaki, que es la misma zona donde yo vivo. Además de eso, le encantan las aguas termales de Onsen y a mí también. Hicimos la promesa de ir juntos el lugar de Onsen en un futuro próximo.
Una seria de coincidencias en un café en la esquina de la calle de Kobe crearon una oportunidad increíble para un gran encuentro. Va mucho más allá de generaciones y nacionalidades.
¡Qué maravilloso comunicación global!
¡Que tengas un buen resto de su día!
Sonoshi Okumoto